Sembrar y mantener árboles, un asunto de salud pública

IMAGINA SI HUBIESE UNA ACCIÓN SENCILLA que los líderes de la ciudades podrían tomar para reducir la obesidad y la depresión, mejorar la productividad, aumentar los resultados educativos y reducir la incidencia de asma y enfermedades cardíacas entre sus residentes.

Los árboles proporcionan aire fresco y limpio, esto debería ser posible también en las grandes ciudades. Los árboles no sólo ornamentan las calles, sino que ayudan en la salud física y mental de sus habitantes.
Por eso la organización The Nature Conservancy recomienda en su guía Financiando árboles para la salud cómo lograr financiación para sembrar y mantener árboles como infraestructura de la salud pública.

Guadalajara, Jalisco, Mexico. Imagen: Iktotchi Shutterstock

La elaboración del documento partió de una preocupación en Estados Unidos, donde debido la baja inversión para mantener y plantar árboles sus ciudades pierden cuatro millones de árboles al año. Ciudades como Bogotá, donde en los últimos 7 años hemos perdido el 5% (50 hectáreas) de la Cobertura Arbórea -CAH, deberían leer con cuidado las recomendaciones.

La inversión ha disminuido

A pesar de la abrumadora evidencia, las ciudades de EE.UU. gastan, en promedio, menos en cuidar o sembrar nuevos árboles que en décadas anteriores. menos en árboles que en décadas anteriores. En Bogotá la cosa tampoco es alentadora: las cifras de siembras en el espacio urbano son desalentadoras, sobre todo teniendo en cuenta las talas masivas. Enrique Peñalosa resultó muy eficiente para talar, pero muy poco para sembrar.

Y con demasiada frecuencia, la presencia o ausencia de la naturaleza urbana, y sus innumerables beneficios, está vinculada al nivel de ingresos de un vecindario, lo que resulta en dramáticas inequidades en la salud. En algunas ciudades de los Estados Unidos, las expectativas de vida en diferentes vecindarios, ubicadas a pocos kilómetros de distancia, pueden diferir hasta en una década. Aunque no toda esta disparidad de salud está relacionada con la cobertura arbórea, los investigadores están descubriendo cada vez más que los vecindarios con menos árboles tienen peores resultados de salud, por lo que la desigualdad en el acceso a la naturaleza urbana hace que las desigualdades de salud empeoren.

Como resultado del análisis, se estima de que con 8 dólares por persona al año, en una ciudad estadounidense podría cubrir la brecha de financiamiento y detener la pérdida de árboles urbanos y todos sus beneficios potenciales. La clave, dice McDonald, es conectar los resultados de salud pública con los árboles urbanos.

El documento completo ofrece varios ejemplos específicos de asociaciones innovadoras del sector público e inversiones del sector privado que resaltan el valor social completo de los árboles urbanos. Los líderes municipales en comunidades de todos los tamaños pueden comenzar a abordar importantes desafíos de salud al pensar creativamente sobre el papel de la naturaleza en las ciudades y pueblos:

  • Establezca códigos para establecer un mínimo de espacio abierto o relaciones máximas de cobertura del lote de construcción para nuevos desarrollos.
  • Implementar políticas para incentivar la plantación privada de árboles.
  • Desglose silos municipales para facilitar la colaboración de diversos departamentos, como agencias de salud pública y medioambientales.
  • Vincular la financiación de árboles y parques a las metas y objetivos de salud.
  • Invierta tiempo y esfuerzo en educar al público sobre los beneficios tangibles para la salud pública y el impacto económico de los árboles.
Toronto, Ontario, Canada. Imagen: Shipfactory Shutterstock

En el mundo hay ejemplos de ciudades como Londres, varias de China o Nueva Zelanda, que sí están se están preocupando de reforestar en masa. Ojalá los candidatos a las elecciones de octubre para la alcaldía de Bogotá tomen nota.


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