FARC y un error que se repite

Es realmente devastador levantarse por la mañana, ir a revisar las noticias y encontrarse con la triste mala nueva de que reaparecieron Iván Márquez, el Paisa, Romaña y Jesús Santrich intentando boicotear el Proceso de Paz, repetir un error histórico y anunciar su regreso a las armas y su rechazo a la continuidad de un proceso que permitirá al país cambiar de conversación y atender sus problemas más allá de ese conflicto; y uno podría preguntarse qué clase de locura está pasando por la cabeza de aquellos que entre la opción de un país violento o un país pacificado, tienen la cara dura de escoger la primera opción, comprometiendo con ello el futuro de muchas personas —especialmente de bajos recursos— y el futuro de toda una nación. “Anunciamos al mundo que ha comenzado la segunda Marquetalia”, declara de manera desafiante pero serena y sin mover un pelo, el nuevamente guerrillero Iván Márquez, usando su indumentaria militar y su arma puesta en cintura, dándole con ello un portazo, e incluso comprometiendo su seguridad y vida, a los hoy ciudadanos excombatientes que siguen empeñando esfuerzos para salir de una vez por todas del enfrentamiento en armas.

Funesto clima con el que amanece hoy este país, ad portas del renacer guerrerista que de forma efusiva y polarizadora ha clamado el sector político del Gobierno. Fúnebre es el panorama para el futuro de Colombia con esto que es la consecuencia inmediata de aquella perversidad malsana de quienes no se han comprometido con el Acuerdo de Paz, refiriéndome con perversidad malsana a lo más profundo de la perfidia que puede llegar a tener el ser humano al vivir con semejante cantidad de vejámenes en la cabeza y ser capaz de perpetuar ese pasado colmado de atrocidades, y optar por un país que con el Conflicto Armado ha vivido más de 4.000 masacres, casi 25.000 muertos y más de 15.000 personas violentadas sexualmente, entre otras barbaridades cuyas cifras el Centro Nacional de Memoria Histórica le ha presentado al mundo. Dicho conflicto vedó un buen futuro a muchos colombianos y colombianas estaban en la guerra o siendo víctimas de ella en vez de educándose. ¿Qué se le está ofreciendo a los jóvenes con una Colombia donde más de la mitad de las personas ni siquiera llegan a completar el bachillerato? Entendiendo esencialmente que de acuerdo a cifras de la Organización de la Sociedad Civil para la Niñez ‘Niñez Ya’, el 40% de los niños que no asisten al colegio viven en zonas donde el conflicto armado tiene una huella innegable y muy marcada en sus líneas de vida, o cifras tan traumáticas como la del año 2016 en el que casi 300.000 estudiantes menores de edad desertaron de la escuela primaria y secundaria, especialmente en lo rural, pues tenemos una brecha urbano-rural en educación del 70% de acuerdo al Ministerio Nacional  de Educación.

Continuar profundizando la huella macabra del conflicto armado en Colombia es condenar al país a la pobreza, porque nos obligaron al país de las trincheras, las bombas y las armas y nos negaron el de los pupitres escolares, los lápices y los cuadernos con niños revoloteando y aprendiendo, formándose como buenos ciudadanos. Los jóvenes tenemos la responsabilidad de responder a las necesidades del futuro en nuestra sociedad, pero no logro dimensionar qué sociedad vamos a construir si sólo estamos recibiendo la que está moldeada por unos veteranos de guerra que prefieren el negocio antes que la anhelada paz en una nación distinguida en el mundo como un territorio históricamente violento y atrasado; es urgente ahora poner en cintura al Gobierno de Colombia para que saque adelante lo pactado y se comprometa con el freno a las hostilidades. La campaña presidencial de Iván Duque se presentó como ‘‘una nueva generación que quiere transformar a Colombia’’, ¿es eso un proyecto país o tan sólo mercancía electoral?


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